No sabéis lo contenta que vengo con la entrevista de hoy 😏 Y es que, aunque me haya adelantado a nuestro día habitual de publicación, me hace mucha ilusión enseñaros esta charla de una abuela con la que comparto profesión ✌️
La protagonista de hoy es Rosa, una periodista de 79 años que ha dedicado gran parte de su vida a trabajar, nada más y nada menos, para la Agencia EFE 😱
¿Queréis saber cuál fue su primera reacción al verme por videollamada? Me dijo sin dudarlo que le recordaba a cuando ella estaba en mi lugar, algo que le ha arrancado para contarme mucho más.
¡Intentaré resumir todo lo que hablamos, pero os prometo que nos habríamos tirado horas compartiendo historias! 👇
AUA: ¿Qué nos puedes decir sobre tu infancia?
Rosa: Pues todo empezó cuando mi madre tuvo un parto muy sencillo conmigo. Nací en Santander un diez de enero, despertando al mundo a las seis de la mañana. En concreto en mi casa, en la calle Victoria #13. Vivíamos en un primer piso que tenía dos balcones y un mirador; estuve allí hasta los diez años mientras estudiaba en el colegio de las Esclavas, un sitio muy pijo, el mejor de Santander. Después de eso todo fue diferente…
AUA: ¿Fue diferente por algo familiar?
Rosa: Se puede decir que sí. Como mi padre era periodista, le destinaron a Andalucía y otros lugares ya que él viajaba mucho porque estaba escribiendo un libro. Mi madre entonces decidió que mi hermana más pequeña, que tenía cuatro años, se quedara con ella y los demás entráramos en un colegio que lo recuerdo como algo horrible, me sentía como si fuera una presa. No nos llamaban por nuestros nombres propios, sino por números.
Todo mejoró cuando a mi padre lo trasladaron a Mallorca y nos mudamos allí. Era un sitio demasiado cálido aunque, cuando se es niño, los cambios de temperatura no son importantes.
AUA: Te apellidas de Mier… ¿Sabes cuál es el origen de tu apellido?
Rosa: Sí, mi abuelo era de Miera, una aldea de Cantabria. La historia de él es bastante curiosa ya que tuvo que huir de Santander en el primer barco que encontró a México porque dejó embarazada a la mujer de un militar y este le quería matar.
Por eso mismo mi padre y sus hermanos nacieron en Ciudad de México. No obstante, volvieron a España de nuevo porque a mi abuelo le tocó la guerra con Sancho Villa y, como este se adueñó de todo lo que tenía, se quedó sin nada allí.
AUA: Tu trayectoria profesional ha sido el periodismo, ¿por qué elegiste ser periodista?
Rosa: Yo inicialmente quería estudiar algo relacionado con las matemáticas porque el bachillerato de ciencias era aceptable pero, el de letras, ¡era una locura! Tenía que traducir a Homero y la guerra de las Galias. Además, yo no estaba dispuesta a aprender latín y griego. Así que me decanté por la rama científica, pero hice muy mal, porque el castellano tiene muchas palabras de origen latino, griego y árabe y me hubiera venido muy bien para el periodismo.
Después, como mi padre había sido periodista – Waldo de Mier – y a mí se me daba muy bien escribir, opté por esto. Por aquel entonces era como una especie de ‘carrerilla’ de tres cursos y se estudiaba en la Escuela de Periodismo. A finales de los 70 ya se consolidó como carrera universitaria y profesional, pero mi título era válido, como todos los demás.
En definitiva, desde pequeña escribía muy bien y me dedicaba a inventar cuentos con sus respectivas viñetas. Además, siempre sobresalí en la escritura. Tanto es así que hasta mi hijo se sorprendió de un escrito de cuando yo era niña que encontramos por casa.
AUA: ¿Cómo ha sido estudiar una carrera en una época en la que la mujer tenía tantas limitaciones?
Rosa: Yo nunca tuve limitaciones. Mi padre quería que sus hijas estudiaran carrera y él era ‘promujer’, como quien dice. Cuando yo escribía sobre moda e iba a París a ver las colecciones, me hice una minifalda, siendo una de las primeras valientes en llevarla en España. A mí me miraban por la calle y, aun así, mis padres nunca me dijeron nada. Tampoco se opusieron a que fumara en casa. Hasta llevaba compañeros varones de la profesión y no asomaban la cabeza ni para ver quiénes eran. En ese sentido eran muy liberales…
Lo único es que tenían muchas exigencias con los hombres para mi futuro, querían uno que fuera un 10 para mí, aunque yo nunca he querido casarme porque soy muy independiente. Eso sí, un día conocí al que fue mi marido, un hombre ecuatoriano que estaba deseando casarse conmigo y me casé por presiones de mi madre.
AUA: ¿Cómo fue ese día de tu boda? ¿Lo recuerdas?
Rosa: Sí, sí que me acuerdo (risas). Mi madre, como era muy religiosa, me obligó a casarme. El día de mi boda, cuando salía de mi casa, ella me empujaba para subir al coche porque yo no quería y, cuando ya estaba montada en él, le dije a mi cuñado: “Si al pasar por la iglesia él no está, pisa el acelerador y nos vamos”. Pero mi marido estaba allí, así que me tuve que casar.
Después descubrí que era muy cariñoso conmigo y con los hijos que tuvimos.
AUA: Volvamos de nuevo al periodismo. ¿Tenías una especialidad dentro de la profesión?
Rosa: Yo entré en la Agencia EFE para hacer reportajes. Como yo era la única mujer que había, pues me tocó escribir en la sección “Mujeres” sobre la moda española y francesa. Eso siempre me permitió ir de invitada a todos los sitios donde se organizaban eventos y yo me paseaba por todos los stands españoles, desde cosmética a ropa, para documentarme. Y toda esa información la redactaba después con mi máquina de escribir mientras mis hijos dormían.
También estuve en el archivo de EFE, lugar al que eran enviados los periodistas que no se llevaban muy bien con el jefe, así que me mandaron allí castigada (risas).
Cuando cambiaron de director pasé al departamento de información nacional, que aglutinaba también la economía. Así que he tocado todos los palos.
AUA: ¿Has trabajado de manera autónoma para otras empresas periodísticas?
Rosa: Sí, ya que yo hacía reportajes y los vendía. Entre ellos, al diario Alcázar y Ya. Escribía tres reportajes por semana y, al final del mes, cobraba unas 100 pesetas por cada uno de ellos. ¡He tenido hasta 4.000 pesetas! Fíjate lo que se publicaba antes.
AUA: Si tuvieras que darme un titular para describir tu vida, ¿cuál sería?
Rosa: “Siempre fui lo que quise ser: periodista”. Ahí tienes tu titular.
Yo divido mi vida en dos: mi vida como joven y mi vida con el periodismo. Son dos vidas completamente distintas. Como periodista te puedo decir que he sido la persona más feliz y mi vida ha sido completa. Siempre fui lo que quise ser.
AUA: ¿Qué consejo me darías para mis siguientes entrevistas?
Rosa: Que fueras como eres; directa y al grano. Eso es ser muy buen periodista. Sí, señora.
Si los demás se van por las ramas, intenta pararlos. Aunque pararme a mí es muy difícil porque soy muy habladora (risas).
AUA: ¿Tienes algo que agradecer a Adopta Un Abuelo?
Rosa: Sí. Sois maravillosos y encantadores porque os dais a los demás. Eso es ser generoso y, quien es generoso, es inteligente. Y solamente en la inteligencia está la bondad.
La vida de los abuelos es completamente emocionante. Eso mismo me ha pasado a mí al verme reflejada en Rosa, una abuela con una trayectoria digna de admiración para muchos jóvenes como yo que hemos aprendido con una sola charla.
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