Para buen inicio del 2021, ¡qué mejor que traeros la primera entrevista del año! 🙌
Os presento a Ángel, un madrileño de 87 años que dedica su vida a la reflexión de todo su entorno porque, cuando va al cine, está más pendiente de lo que tiene al lado que de la película. Además, adora viajar para conocer palabras nuevas que le ayuden a sus pensamientos.
Podréis descubrir muchas más cosas de él en las siguientes preguntas 👇
AUA: ¿Cómo era el lugar en el que viviste tu niñez?
Ángel: Yo soy madrileño, pero me he criado en un pueblo llamado Ciruelos al que tuvimos que ir cuando mi madre se quedó viuda a los pocos meses de nacer yo. Era un sitio con muchos árboles en los que no había prácticamente nada y, ahora, pues… está todo lleno de edificios.
AUA: ¿A qué se jugaba antes, en tu infancia?
Ángel: Ah… ¡qué recuerdos! Yo jugaba a las canicas, al escondite y al futbolín. Cosas que había antes y ya no las hay. Dios mío, en estos momentos tienes que estar pensando que estos juegos son de cuando se descubrió América (risas).
Todo ha cambiado mucho. Los niños ahora tienen dos etapas: una primera, en la que no se enteran de nada y una segunda, en la que ya son más mayores, y están pensando en los juegos de ordenadores.
Antes disfrutábamos más que ahora, aunque mi situación cambió y fue diferente a la de otros críos.
AUA: ¿Pasó alguna cosa en tu vida que te hiciera no disfrutar de tu infancia como el resto?
Ángel: Pues verás, yo estuve estudiando para ser cura y, claro, mi educación, mi forma de vivir, jugar o pensar era diferente de las otras personas que estaban en la calle. Lo mío era rezar, básicamente.
AUA: Pero tú no has llegado a ser sacerdote, ¿por qué motivos?
Ángel: Cuando yo empecé era joven y no muy buen estudiante. También tuvo mucho que ver mi creencia sobre cómo debía ser el sacerdote y, desde luego, el resto no pensaba como yo. Fui muy religioso e imaginaba a Dios de manera distinta.
Además, he estado reflexionando. Ahora con la pandemia deberíamos estar agradeciendo más a los demás porque somos lo que construimos dentro de nosotros.
AUA: ¿A qué te has dedicado durante tu trayectoria profesional?
Ángel: Primero me metí en una compañía de seguros en la que estuve bastante tiempo y, cuando me fui de este trabajo, empecé en una gran empresa americana que se dedicaba a temas relacionados con aparatos fotocopiadores, ordenadores, imprentas de offset… y ahí pegué un cambio bastante grande porque pasé de estar en una industria española en la que no podía salir del trabajo ni para saludar a un amigo a poder tener una libertad enorme que me permitió hasta viajar. ¡Siempre ha sido una delicia!
AUA: ¿Qué sitios has conocido?
Ángel: He viajado mucho por España, pero también he salido del país. Lo he pasado bien y me gusta ver las fotografías de entonces. He estado en Rusia, Francia, Grecia, Tailandia, Estados Unidos y Portugal. En este último sitio he tenido mucho contacto con su gente y he sido un enamoradizo empedernido. Allí conocí a una chica y escribí todas las cosas que sentía y pensaba sobre ella. A eso le llamo saudades.
AUA: ¿Qué significa Saudades?
Ángel: Es una palabra exclusivamente portuguesa que quiere decir infinidad de cosas y no tiene traducción en ningún idioma. Saudades es el recuerdo del alma en relación con los elementos de fuera. Cuando pasas una parte de tu vida pensando en el amor que has tenido y en lo bonito que es el mundo, das las gracias a Dios, te sientes feliz y eso también es Saudades. ¡Es el recuerdo de toda una vida!
AUA: Sé que adoras hacer casitas de muñecas. ¿De dónde viene esa afición?
Ángel: Yo empecé a hacer las casitas porque estaba aburrido y alguien dijo cualquier tontería, me animó y, finalmente, me aficioné. Un día me dio por hacerlas y salió bien. Tengo una repetida varias veces, pero en distintos tamaños: grande, mediana y pequeña. También he dado clases sobre ello a través de internet.
He aprendido solo porque soy muy autodidacta. Creo que en verdad todos lo somos porque muchas veces hacemos algo que nadie nos ha enseñado y, si no, es que eres tonto (risas).
AUA: Veo que tienes dos nombres. ¡Unos te llaman Ángel y otros Adolfo!
Ángel: Cuando fui a la ‘mili’ me di cuenta de que realmente no me llamaba Ángel, sino Adolfo. Me acuerdo que me acompañó mi tío a pedir un dato al Ayuntamiento y por allí no lo encontraban. Y ya buscando, el hombre que nos atendió dijo “aquí hay un chico que se llama Adolfo que coincide con todos los datos suyos: nombre de sus padres, de sus tíos y fecha de nacimiento”. Investigaron para saber si era yo y, ¡efectivamente!
Todo el mundo me conoce como Ángel, pero me llamo Adolfo legalmente.
AUA: ¿Qué te llamó la atención para decidir que querías participar en el programa de acompañamiento de Adopta Un Abuelo?
Al finalizar esta entrevista, Ángel comentó emocionado que nos habíamos llevado una parte de él. Los mayores siempre están dispuestos a contarnos sus experiencias en la vida y, para nosotros, es un lujo poder escucharlas y aprender sobre ellas. Si como yo quieres llevarte la mejor parte de un abuelo y vivir una relación única junto a él o ella, no dudes en pinchar aquí 💙