La actividad “Mi abuelo es la caña” es uno de los talleres estrella de voluntariado que organizamos y al que se ha unido Sacyr.
Este programa tiene como objetivo principal crear espacios de interacción intergeneracional, donde los voluntarios puedan aprender de la sabiduría y las experiencias de las personas mayores. El taller consiste en diversas dinámicas grupales diseñadas para promover el diálogo, la escucha activa y la empática conexión emocional entre ambos grupos.
Desde el inicio de la jornada, los voluntarios participaron en actividades como juegos de memoria, relatos de historias de vida y manualidades. Cada dinámica está pensada para estimular las capacidades cognitivas y emocionales de los mayores, al mismo tiempo que se fortalecen los lazos de confianza entre ellos y los voluntarios. Las parejas de trabajo, formadas por un voluntario y un mayor, tuvieron la oportunidad de compartir anécdotas personales, risas y aprendizajes mutuos.
Una de las partes más emotivas del taller fue la sesión de “Historias de vida”, donde los mayores compartieron momentos significativos de su pasado. Estas narraciones no solo ofrecieron una visión de cómo ha cambiado la sociedad a lo largo del tiempo, sino también mostraron valores como la perseverancia, el sacrificio y la capacidad de adaptación frente a los desafíos. Los voluntarios, por su parte, destacaron cómo estas historias los inspiraron a valorar más el tiempo y a reflexionar sobre sus propias trayectorias personales.
Además de las actividades lúdicas, el taller incluyó una sesión de reflexión grupal donde los participantes pudieron expresar cómo se sintieron durante la jornada. Este espacio sirvió para reforzar la importancia de la empatía, la paciencia y la gratitud. Los voluntarios resaltaron cómo el taller les ayudó a desarrollar habilidades de comunicación y a ser más conscientes de las necesidades emocionales de las personas mayores.
Este tipo de programas también tiene un impacto positivo en los mayores, quienes encuentran en estos encuentros una fuente de alegría y motivación. Muchas veces, las personas mayores experimentan sentimientos de soledad o aislamiento, y estas actividades les ofrecen una oportunidad para socializar, compartir sus conocimientos y sentirse valoradas. Asimismo, fortalecen su autoestima al notar que sus historias y enseñanzas tienen un impacto significativo en los más jóvenes.
La experiencia también enseña a los voluntarios a romper estereotipos sobre la vejez. Al interactuar directamente con los mayores, descubren que la tercera edad está llena de vitalidad, humor y una gran riqueza emocional. Esta comprensión contribuye a fomentar el respeto y la inclusión social.
Al finalizar el taller, los voluntarios de Sacyr destacaron cómo la experiencia los hizo crecer tanto personal como profesionalmente. Subrayaron el valor de la paciencia, la escucha activa y el poder de una conversación significativa. También expresaron su gratitud por la oportunidad de devolver a la sociedad parte de lo que han recibido.
Agradecemos a Sacyr por unirse a esta iniciativa y apoyar nuestra misión de crear un puente entre generaciones. Si te interesa participar en futuros talleres y ser parte de esta experiencia transformadora, puedes registrarte en nuestra página web aquí.